Bill Gates dice que una nueva planta que puede convertir el excremento humano en electricidad y agua potable puede salvar un gran número de vidas.
La planta, llamada el Omniprocessor, fue diseñada y construida por Janicki Bioenergy y respaldada por la Fundación Bill & Melinda Gates. La instalación trataría de prevenir las enfermedades ocasionadas por suministros de agua contaminados.
Una planta de prueba está lista y en funcionamiento en la sede de Janicki al norte de Seattle, según una publicación de blog realizada por Gates. La primera planta operativa está programada para Senegal.
"El procesador de próxima generación, más avanzado que el que vi, podrá procesar desechos de 100.000 personas, y produciría hasta 86.000 litros de agua potable al día y un total de 250 kw de electricidad", escribió. "Si lo hacemos bien, será un buen ejemplo de cómo la filantropía puede proporcionar capital inicial que haga que personas brillantes trabajen en grandes problemas, y con el tiempo, creen una industria auto sostenible".
"¡Es deliciosa!"
La publicación viene con un video donde se le ve bebiendo un vaso de agua producida por la planta, la cual describió como "deliciosa" y "tan buena como cualquiera de las que he probado de una botella".
"Tras haber estudiado la ingeniería que está detrás del agua, felizmente la bebería todos los días. Es así de segura", escribe en la publicación.
El excremento se calienta a 1.000 grados Celsius o 1.832 grados Fahrenheit para extraer el agua, la cual es sometida a otros tratamientos a fin de asegurarse de que sea potable. Pero el excremento deshidratado puede ser quemado, produciendo suficiente calor como para generar la electricidad necesaria para extraer el agua. El excedente de electricidad puede ser vendido a usuarios externos, así como el agua.
Gates dice que las enfermedades ocasionadas por deficientes condiciones de salubridad matan a más o menos 700.000 niños cada año. La Fundación Bill & Melinda Gates está realizando un esfuerzo para mejorar las condiciones de salubridad en el mundo en vías de desarrollo.
"Hoy, en muchos lugares que no cuentan con modernos sistemas de alcantarillado, los transportistas toman los residuos de las letrinas y los vierten en el río u océano más cercano, o en una instalación de tratamiento que en realidad no trata los residuos", escribió. "De cualquier forma, a menudo termina en la red de suministro de agua".
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