Se ha hablado mucho de quesos, desde su historia, sus tipos, hasta sus maridajes perfectos, pero para no dejar “datos queseros” en el tintero, hoy vamos a hablar de cómo convertir el queso industrializado en queso casero, con elementos que tenemos a mano.
Aceite de oliva, ajo, especias, frutos secos y vegetales se funden de forma exitosa con los diferentes quesos para crear novedosas tapas y dips.
Con ingredientes cotidianos puede aderezar quesos frescos para saborizarlos todo cuanto desee.
Un toque original. Con ayuda de unas hierbas aromáticas, un tarro de cristal y aceite de oliva virgen, se puede dar desde casa un toque original y de frescor a los quesos.
Los más utilizados suelen ser el queso mozzarella, el queso de búfala o de cabra. Para aromatizarlo, se esteriliza el tarro de cristal donde vayamos a guardar el queso, sumergiendo el recipiente durante diez minutos en agua hirviendo.
Por su sabor suave el queso pocas veces se come solo, se acostumbra a acompañarlo de otros alimentos o de hierbas aromáticas que realzan su sabor.
Es sorprendente el frescor que aportan las especias y hierbas a un elemento tan graso como el queso.
Los quesos aromatizados tienen multitud de aplicaciones: pueden acompañar ensaladas y canapés, o hasta funcionar como entrantes por sí solos, antes de la cena o comida.
Para ser degustados. Se recomienda no prolongar su utilización más allá de una semana. La conservación del queso se llevará a cabo siempre en la nevera y cubierto de aceite de oliva. El secreto del éxito cuando se prepara este tipo de quesos está en procurar moderar la cantidad de aromatizantes.
El queso feta, por ejemplo, se puede preparar marinado con romero, hierbabuena, tomate seco, pimienta negra, shichimi y humo líquido, no se le añade sal porque el queso ya es salado, el picante del shichimi, como siempre va al gusto y el humo líquido le proporciona un ligero sabor ahumado.
Se pueden hacer múltiples combinaciones y con distintos tipos de quesos; igual de versátiles son las aplicaciones, como decimos más arriba, en ensaladas, con unas tostadas o simplemente como aperitivo, algunos están deliciosos con vegetales por ejemplo, otros con unos tomates frescos, recordando que el tomate es una de las combinaciones más exitosas con el queso.
Así mismo el queso fresco tipo Burgos, el queso feta o la mozzarella entre otros, aceptan todo tipo de hierbas aromáticas que engalanan su sabor. Son quesos sin corteza, que se conservan con el suero de la leche en su envase, los podemos cortar según el uso que les querremos dar y los bañamos en especias, hierbas y aceite de oliva virgen extra.
Esta es una manera muy diferente y exquisita de comer quesos, sobre todo para aquellos que sin ser ni parecer ratones se derriten ante un cubito de su tipo de queso favorito.

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