UN DESTINO TURISTICO DEPENDE DE LA CALIDAD DE SU INFRAESTRUCTURA, SUS ATRACTIVOS Y SUS FACILIDADES RECREATIVAS

PUERTO PLATA.-La caída del turismo en Puerto Plata se debió a que a las autoridades locales y nacionales se les olvidó que el éxito de un centro turístico está supeditado a la existencia de un conjunto de facilidades, atracciones, proveer ciertas necesidades de subsistencia funcional que junto con el clima determinan los volúmenes de venta predecibles, las nóminas y los ingresos.
Las autoridades hicieron caso omiso al hecho de que los turistas no van a un sitio de destino con un aeropuerto que no posee una terminal moderna de pasajeros, buenos hoteles y ofertas complementarias que permitan al turista tener un estadía placentera que esté a la altura o por encima de sus expectativas para que sea un visitante repetitivo que atraiga otros turistas con sus comentarios favorables.
Se les olvidó que cuando la industria de la hospitalidad y el ocio no satisface a plenitud a los vacacionistas los hoteles y las atracciones que le rodean pueden quedarse vacíos y generar una recesión económica en la comunidad donde funcione ese destino, producto de la pérdida de miles empleos, la falta de circulante y la disminución de las ventas de los establecimientos comerciales.
Otra falta imperdonable en la que incurrieron las autoridades fue que se les fue el santo al cielo y se les olvidó que Puerto Plata necesitaba calles y carreteras en buen estado para llevar sin ningún peligro a los visitantes extranjeros desde el aeropuerto internacional general Gregorio Luperón a los hoteles y durantes las giras a la ciudad y a las zonas rurales o para trasladarse a otras comunidades del país.
Del mismo modo, ignoraron que un centro turístico tiene que contar con un estable suministro de agua de calidad y que en caso de que se produzca una avería es necesario que se trabaje con la mayor celeridad para repararla, para que no se produzcan situaciones como la que se produjo a la raíz del colapso que sufrió hace varios años y hubo que abastecer en camiones cisterna los hoteles de Playa Dorada con agua de mala calidad extraída de pozos.
Otro desaguisado de las autoridades que contribuyó a hundir a Puerto Plata fueron los frecuentes cortes del suministro eléctrico, obligando a los hoteleros a adquirir costosas plantas generadoras de electricidad, que durante el tiempo que duraban encendidas para suplir ese vital servicio producían ruidos y contaminación, que perturbaban de manera atroz a los desventurados turistas.
Los funcionarios locales y nacionales también pasaron por alto que un centro turístico tiene que estar dotado de un sistema sanitario con capacidad para recoger y tratar todas las aguas residuales que produzcan los establecimientos hoteleros, empresariales y comerciales, así como las residencias, los centros deportivos, las iglesias para evitar a toda costa la contaminación de las cañadas, los encaches y las playas.
Aunque aquí se construyó un moderno sistema sanitario hay que recordar que no tenía suficiente capacidad para recoger las aguas negras, porque la el tamaño de la ciudad en 1980, cuando comenzó a operar el hotel Jack Tar Village, que fue el primer hotel que se construyó en el complejo turístico de Playa Dorada, apenas llegaba al hospital Ricardo Limardo hacia el este sureste y hacia el oeste hasta la urbanización Gregorio Luperón.
Además, el servicio de recolección y disposición de los desechos sólidos se prestaba de manera deficiente y hubo un momento en que la ciudad se llenó de improvisados vertederos, que acogían, al mismo tiempo, ratones y otras asquerosas alimañas, por las deficiencias de las autoridades para suplir ese servicio.
De igual forma, en el vertedero se producían incendios que con el intenso humo que despedían contaminaban y afectaban los hoteles de Maimón y Cofresí, a cuyas playas siguen llegan los contaminantes lixiviados que genera la descomposición de la basura que es depositada en el vertedero municipal de Cafemba, para cuya eliminación se inició la construcción de un relleno sanitario en Loma de la Bestia, que no ha sido terminado.
También se les olvidó dotar este destino de otras comodidades, entre las cuales debía ocupar un sitial importante un sistema de seguridad para evitar agresiones, molestias y asedios a los turistas cuando descansaran en sus playas o en momentos que visitaran la ciudad, para disfrutar de su hermosa arquitectura victoriana, sus tiendas de recuerdos, sus centros de bailes, la fortaleza colonial y otros lugares de interés.
Tampoco controlaron la guerra de precios y el deterioro de la calidad que desencadenaron la demanda de comisiones excesivas por parte de los taxistas a los dueños de tiendas de regalos, que llegaron a pagar porcentajes elevadísimos, encareciendo de modo abusivo el precio real de la artesanía, las joyas, los cigarros, los cuadros y otras mercancías que adquirían los turistas en negocios de la ciudad.
Las autoridades del ministerio de Turismo mucho menos exigieron a los hoteleros dar adecuado mantenimiento las habitaciones de sus hoteles, la calidad de alimentos y bebidas y el entretenimiento, para garantizar un nivel satisfacción elevado de sus huéspedes dominicanos y extranjeros. El rosario de los males que provocaron el desplome del turismo en Puerto Plata es extenso, pero por el momento lo dejamos hasta aquí.

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